miércoles, 24 de febrero de 2010

lo que te conté mientras te hacías la dormida.

A veces me cuesta decidir entre razón y piel. Sí. Razón y piel: difícil mezcla. Tal y cómo dice la canción de Jarabe de Palo: agua. Agua y sed. Me encanta y me encantan. Aunque me quedo con el "I'm gonna make somebody to love me" de Franz Ferdinand. Me gustaría cenar algún día con Chris Martin y que me susurrara al oído un viva a la vida, dulce. O una de las canciones que me han robado el corazón en esta vida i el lema que lleva ésta: nobody said it was easy. Sí. Nadie dijo que todo ésto fuera fácil. Intento convencerme que alguna vez voy a lograr mis propósitos. Dos de ellos, usted ya lo sabe. Escribir. Y querer. Aunque las dos cosas las haga todos los días.
En realidad, me cuesta decidirme. Y dejarme llevar. Antes, solía llevarme por impulsos. Caí. Ahora ya no. Intento tener las ideas claras, organizarlas y organizarme (cómo si fuera una oficinista y clasificara los documentos dentro de carpesanos, archivadores...) pero el desorden forma parte de mí; ni que formara parte de mi cuerpo, unido a mí todo el santo día y aunque suene a excusa jamás de los jamases he podido luchar contra él. Él. Dígale Miedo, dígale Sueño, dígale Orgullo, dígale cómo usted quiera.
Así es. Las dudas y el miedo me persiguen constantemente. Miedo a equivocarme y es este mismo miedo quién me impide muchas veces ser yo misma. ¿Falta de seguridad? ¿Desconfianza? ¿Miedo a equivocarme, a caer por segunda vez en la misma piedra? Cojo aire y respiro. (Creo que no ha habido suficiente). Repitamos la acción.Cojo aire por segunda vez (esta vez, más profundamente) y vuelvo a respirar. Cuento hasta tres. Un, dos, tres. Sonrío - que cinco años con ortodoncia, sirvan para algo - y me digo: caer está permitido, pero levantarse es una obligación. Cierto.

Sí. Soy yo. Sí, sí. Ésta soy yo. La chica de la habitación de al lado. La del pelo rizado. La de la sonrisa fácil y lágrima suelta. La que nunca (y remarcaría nunca con rotulador permanente) dejaría de hablar. Un vicio. Sí, puedes considerarlo un vicio. O no, depende de cómo lo mires. Puedo hacerme pesada con tanta charla y Movistar se forra conmigo. Ahora sonrío. Soy habladora compulsiva. Malo. Dejémoslo en un poco y así todos contentos.

Odio los guisantes, las palomas, los ratones, el gusto del gelocatil deshecho, oír el despertador temprano por las mañanas (y que éste le diga: querida, hoy empieza otro día). Sí, de acuerdo. ¡Qué bonito empezar otro día! Pero... la rutina, me ahoga y más si es un día nublado. Sí. Los días sin sol me deprimen. También me ahoga la sensación de no controlar el tiempo y que éste huya cuándo veo la vida pasar. Soy melancólica, nostálgica. Llámame como quiera. Si no me entiende, no sufra. A veces ni yo misma me entiendo. Me está costando más de lo que yo me esperaba, escribir este fragmento porqué me cuesta muchííísimo describirme. Algunos me han llamado bohemia, otros ilusa. Hay quiénes siguen diciendo que soy soñadora, utópica. ¿Qué hay de malo en todo esto?
Vuelvo a ser yo. Repito. Yo. La chica que tiene un nombre de tres letras. Una vocal: una e intercalada enmedio de esas dos consonantes. Un nombre famoso. Sí. Odio que me lo repitan y que seguidamente me canten: "dime qué es lo que puedo hacer y cómo te puedo tener". No fui a eurovisión. Odio el pánico que puedo llegar a sentir cuando subo encima de un escenario. Solamente se trata de pisarlo, luego, desaparece. Y estoy tranquila, como si estuviera flotando en una nube. Una nube dulce. Como si se tratara de esas de golosina que tantos recuerdos de infancia me traen. ¡Hay tantas y tantas cosas que no me gustan! No me gustan los análisis de sangre, los hospitales, ver batas blancas, la gente seria y que nunca ríe. El color amarillo, la amargura del café y de las personas que no disfrutan de la vida.
Cometo errores constantemente e irónicamente, sigo cometiendo siempre los mismos. ¡Qué cruz, la mía! Pero bueno, ¿de esto se trata crecer, madurar, aprender y bla bla bla, no? Muchas frases han ido marcando mi vida. Des de un mensaje que me ponía "desde el rompeolas me acuerdo de tí" o unas simples "gracias". Hay tantas y tantas cosas que me gustaría explicarle... tantas y tantas cosas para contar. Pero tal vez será mejor que me guarde un trozo para mí. Mi vida cambió cuándo llegué aquí. En esta ciudad. Era siete. Puedo considerar que el siete es el número de la suerte (para mí) y si alguna vez compro lotería no voy a dudar en que termine en este número. También me cambió la vida cuándo fui a vivir allí. Un pueblo que me enseñó más lecciones de vida. Hay cosas terminadas y que no tienen sentido volver a continuar ni empezar. Lo pasado, pasado está. Ahora todo esto no son más que recuerdos, cerrados bajo llave de mi corazón. Dentro de mi piel. Y todo esto no ha hecho más que empezar, me lo digo a mí misma y me consuela.
En estos mismos instantes, me gustaría perderme en cualquier parte del mundo. No importa el lugar. Sea Londres y su Big Ben, Nueva York y sus rascacielos, París y su Torre Eiffel, Istanbul y Santa Sofía. O Grecia y su Partenón. Me da lo mismo. Tengo la sensación que la vida se va acabar dentro de nada y unas ganas de vivirla al máximo, corren por mis venas. Sí, sí. De momento, puedo decir con la boca pequeña que, aunque haya días que valdría más no haberse despertado, puedo reconocer que soy feliz. Feliz por haber logrado entrar a la carrera, por tener dos hermanos que me han robado el corazón y por tener gente a mi lado. Feliz por sentirme bien y sonreír como nunca lo he hecho a la vida. Debo mucho a muchos. Sí. A los que me han ayudado a ser como soy y a los que continúan teniendo fe en mí.
Alguna vez me gustaría decir: tengo tu corazón, lo llevo en mi corazón. Y que arrancaran al mío. A bocados, cómo si se nos fuera la vida. Y que todo esto tuviera lugar delante del mar . Y que la brisa marina acaricie mis facciones y mi pelo balancee en el mismo compás de las olas. Y sentirme libre y pequeña ante la inmensidad azul. Y que una voz me diga con tono seguro: "todo irá bien." Demasiado romántico, ¿no cree?
Oye,
¿sigue ahí?
¿me oye?
(lo que té conté mientras te hacías la dormida.)

Segarra de Gaià - III

El destí era cruel. La guerra havia arribat a ser molt més dura del què tothom s'havia arribat a imaginar. I el pitjor de tot, que encara no havia acabat. Tot i així, la guerra ja anava arribat a la fi dels seus dies. Les tropes republicanes anaven perdent cada cop més força i les nacionalistes avançaven a un pas esfereïdor. La guerra ja començava a tenir els dies comptats. Tothom necessitava oblidar tot el què havien vist els ulls. Però no seria cosa fàcil, segurament seria impossible.
Va tornar a mirar per la finestra. Havia parat de nevar. L'estàtua del sembrador, que presidia el bell mig de la plaça, quasi bé no es percebia enmig d'aquella blancor tan immaculada. Va sospirar. Es va queixalar els llavis per evitar caure al parany: no tenia més ganes de tornar a plorar. Però no va poder controlar les seves emocions. Era dur d'admetre que el seu passat, el seu present i el seu futur, eren ben buits.
[...] No s'ho va pensar dos cops i es va anar a rentar la cara, com va poder. Les gotes d'aigua lliscaven galtes avall. Corrien sense un destí decidit. Ben bé com si es llancessin infinit avall. Va eixugar-se tremolosa i va sentir la necessitat d'anar al terrat. Va travessar les golfes amb l'espelma quasi consumida del tot. Quan va obrir el forrellat va bufar suaument l'espelma, ficant els seus llavis molsuts en forma d'o petita. Anhelava sentir-se lliure, ni que tan sols ho aconseguís respirant aire pur, gebrat, sense estar contaminat dels records que envaien en aquells moments l'habitació.
L'aire del capvespre refredava la seva pell, una pell bruna, com si estigués colrada per un sol inexistent. Li eriçava els seus pèls, ben bé com si tingués por. Però no en tenia ni una gota, de por. Ni tan sols sentia cap tipus d'esgarrifança. Estava mig tranquil·la davant d'aquell paisatge que li oferien els seus ulls de color d'ametlla. Va evadir-se de tots els pensaments que l'angoixaven. La plaça dormia sota els seus peus. En aquells moments ningú podria entendre com podia gaudir contemplant aquella vista. Era un plaer d'un valor incalculable. Com si anés a visitar a un vell amic i que jutament amb una dolça copa de vi, es refugiaven explicant-se la vida.

martes, 23 de febrero de 2010

Segarra de Gaià - II

Els tres anys que havia durat la guerra se li havien escapat ben bé de les mans, a la mateixa velocitat que passa una estrella fugaç. Implacable. Mentre ho vivia, se li feia llarg i feixuc; però ara que s'atansava el final només veia que en tres anys la vida li havia fet un gir de 360 graus i li donava com a resultat, un final tràgic. Poc s'esperava quedar-se vídua. Encara no s'havia fet la idea que mai més veuria a en Magí. Havia desaparegut de la seva vida per sempre més. Era curiós entendre que una persona que fins ara la tenia tant propera, la tingués tan lluny. Anys llum. Però, encara que resultés cruel, se sentia alleugerida. S'havia tret un pes enorme de sobre. Tota aquella amargor viscuda durant el seu matrimoni, havia desaparegut de la nit al dia. Però per una part, el dolor era cada cop més proper; era un xoc de sensacions i de sentiments molt sobtat. No ho entenia. Començava a veure i admetre que la seva vida s'ensorrava en un obrir i tancar d'ulls.
Va pujar poc a poc les escales. A cada graó, sentia un enorme dolor que li dificultava el seu objectiu: poder pujar al primer pis. No podia. No, no. Com si estigués a punt de patir un altre atac d'ansietat perquè no era capaç de poder respirar. Li faltava aire. Li faltava la vida que li havien arrencat l'any 1936, el mateix dia que va esclatar la guerra. Una força sobrehumana li agafava dels peus perquè s'aturés. No podia controlar el seu cos, els seus moviments. Les cames no responien les ordres del seu cervell. No tenia força, ni empemta ni esma. Llavors, li apareixia constantment la paraula solitud. S'havia quedat completament sola. Aquell enfrontament fraticida havia destruït un matrimoni sencer i una història d'amor. Però no era l'única. A cada racó hi havia històries de famílies destrossades per la guerra. Ara tan sols tenia una etiqueta: s'havia convertit en la vídua del senyor Fortuny. El seu nom havia desaparegut, com pols. S'havia convertit en una taca negra, una formiga vella, vestida de dol i envoltada de despit. Anar a missa, sola, a parlar amb el mossèn o bé resar per les ànimes del seu marit i del seu cunyat, en Genís. Anar a l'església s'havia convertit en una excursió rutinària, les seves activitats es basaven en encendre un ciri i callar. Escoltar aquella veueta que li deia que estaven bé, que eren al cel. Ja hi havien arribat. Necessitava consolar-se, però no podia. Ja ni tan sols podia parar de plorar. Les llàgrimes se li escapaven dels ulls. No ho podia controlar. Ni tan sols, les seves emocions. Quin sentit tenia la seva vida? Què fariar ara, sola? Per què la guerra havia sembrat tant, d'odi?
[...] Una família enfrontada per dues formes de pensar completament diferents. Oposades. Les ideologies polítiques eren les vessants de totes les morts que s'havien produït des d'aleshores; però tampoc eren les úniques. Milers d'innocents, també caigueren a la mort. Cap més motiu que el de pensar diferent per tal de governar un país, defensar unes idees, unes llibertats o proclamar injustícies. Semblava irònic que la guerra hagués portat a assassinar membres d'una mateixa família. En Magí i en Genís eren germans. Hereus de la mateixa sang. Deixebles dels mateixos avantpassats. Però això va deixar de tenir importància. Ni tan sols comptava tot el què havien viscut plegats, el preu del seu apreci o de la seva estima. Tota una vida. Sí. Carregada de moments de tendresa mig camuflats per la maduresa i mig anhelats pel pas del temps; d'altres, més omenys complicats, però que havien superat junts. Perquè eren germans. Tot això s'havia esborrat. No comptava per a res. Tibava molt més una bandera que la sang. L'amor cap a un germà havia perdut importància, fins a desgastar-se. L'estima s'havia convertit en odi i l'odi, els havia vençut.

lunes, 22 de febrero de 2010

Segarra de Gaià - I

Hivern del 38. Nevava. Els flocs de neu anaven caient poc a poc, com si tinguessin por de xocar amb el terra. Silenci. Silenci etern. Hi havia tanta tensió que dificultava la respiració. Molts cors ja havien deixat de bategar. Gairebé tothom s'havia acostumat a la penombra. La vida havia deixat de tenir sentit. La pau tan sols era una utopia. Aquells cors que encara continuaven bategant, s'havien ressignat per tal de continuar lluitant perquè ni tan sols recordaven què era la felicitat. Tothom havia caigut a l'oblit. El passat recobrava més força que mai. Els records escanyaven; d'altres punxaven al cor, com ganivets. La guerra ho havia destruït tot. Aquell patiment no tenia data de caducitat. Era un llarg i fosc hivern que semblava no acabar mai. El Nadal s'atansava, però tothom havia perdut l'esperit nadalenc, es ganes de celebracions i les ganes de viure. Encara que aquells anys fossin difícils i el patiment semblava no acabar mai, era llavors quan se'n donava compte que ja havia passat un altre any. Es lamentà de no saber controlar el temps. Les teulades de les cases del poble feien gràcia, semblaven pastissets ensucrats. Però aquest sucre d'aparença dolça, tenia un regust amarg. Va deixar anar la cortina, ben bé com si desfés una cua de cabell. L'habitació era càlida, amb una llum daurada que provenia de la llar de foc. I la llar de foc, presidia detalls: bells i vells records familiars emmarcats dins d'un vidre que separava una distància temporal. La seva família ja no hi era. Havia quedat sola. A la casa, només se sentia el so del tronc, com s'anava reduïnt a brasses. Va tornar a enretirar la cortina i va mirar a través de la finestra. La balconada de ferro forjat donava una visió romàntica de la plaça de Francesc Macià. De lluny, veia el campanar nevat. Ni tan sols hi havia la quitxalla jugant a baix la plaça. Ni rastre de ninots de neu ni d'una trista ombra.

Va baixar fins al portal, per tancar la porta de l'entrada. Ara vivia sola i de nit, tancava la porta amb clau. Tenia por. Feia molt fred. Un calfred va recórrer per tot el seu cos. El seu alè era l'únic que es percebia enmig de la foscor. Va posar, tremolosa, la clau al pany. Fou inútil. Va apropar un xic més l'espelma i ho va aconsguir. Només se sentia el so de la clau rovellada que travessava el pany. Res més.

domingo, 21 de febrero de 2010

historia de una escalera.

Encontré mucho más de lo que estaba buscando, en aquellos cuartuchos de madrugada donde crecen besos que algún día, en algún momento, tal vez se darán; no seré yo quien proteste por ello. Si la temeridad sólo sabe medirse en pasos, y la valentía es todo eso que aprendes después de haber salido corriendo unas cuantas veces mientras otros se quedaban a luchar, es mejor redactar un buen eslogan publicitario que rece: aquí estoy, aquí me tienes.

Ahora escribo para no olvidar que quedan deudas pendientes, y precipicios, y gente que va y que viene, con su roce de caricias y miradas mientras doblas una esquina de tu vida como si fuera una página de libro que quisieras recordar. Que el tiempo sigue, ya no distingo si hacia delante o hacia atrás, pero encontré mucho más de lo que buscaba, así que el resto no importa: tengo familia, amigos, cerveza, y un compañero de vida que, de entre todos los ojos, eligió mirar los míos. Por eso sonrío, enciendo un cigarro y me digo: ¿cómo no voy a abrirlos de par en par?

martes, 16 de febrero de 2010

L'últim trajecte - Premi Mossèn Joan Segura i Valls.

"[...]Em limito a plorar. I continuo amb la meva recerca, que em té un xic desconcertada perquè al cap i a la fi, ni jo mateixa sé on em portarà. No sé on vaig. No sé què faig. Ni tan sols em reconec en aquests moments i això, m'aterra.

Quedo per uns instants protegida d'aquesta forta pluja que em fa avançar amb lentitud aquest trajecte desconegut. Quan he passat pel Portal de l'Església, ja veia de ben lluny la Plaça del Portalet. Tota ella xopa, fresca, humida per les gotes de pluja. Tota ella ara sola, tranquil·la i sense ningú. I jo, amb el cor xop, amb la ment gens fresca i amb la roba ben humida. I jo, sola però no pas tranquil·la, inquieta. Mentrestant, la pluja ha anat parant poc a poca, sense pressa. I els meus peus xops i freds, després d'haver aixafat tants tolls sense descans, inconscientment. I la meva ment no para de preguntar-se un cop i un altre on vaig i què deixo de fer i de desfer. Només sé que vull fugir, desprende'm d'aquesta pressió desconeguda. Les sabates repiquen cada cop més i més el meu cansanci, com si jo hagués perdut la batalla dels records i, n'hagués quedat feble i atordida per la derrota. I el cel es va destapant d'aquesta tempesta que sembla no acabar mai.

No és que hagi fet un llarg camí però m'he arribat a convertir en una ombra atrapada i abatuda pel llarg pas del temps i dels anys. I una força, la mateixa que m'ha posseït durant aquesta estona, m'empeny cap al Convent. Com si fes tard, com si m'esperessin.

I vaig caminant. I vaig pensant. Rumiant. Reflexionant. Analitzant. M'adono un cop més de com han arribat a canviar les coses, la gent, el poble, els seus carrers, les seves costums i tradicions, però no els meus sentiments.

Podria dir que res és igual que abans. Sóc jo que em trobo contaminada de nostàlgia? Per què avui em trobo feble, cansada dels meus propis records? Per què avui i només avui, me n'adono de les coses que fins ara no m'havia fixat mai? Per què avui he captat l'essència de la importància de viure el dia a dia i dels petits detalls? He quedat atrapada en una màquina del temps que resulta ésser imaginària, encara que sembli real? Per què avui hi ha hagut una força sobtada i tensa, com si fos el neguit de la vida mateixa i que m'ha fet arribar a aquí, a l'altra punta del poble? És el paradís? L'entrada directe al cel? Per què estic tant sentimental, sensible i susceptible, avui? És cosa dels anys? És cosa meva i de ningú més?

Crec que hi ha algú que manipula les meves emocions, convertides en nàufragues dins d'un mar de llàgrimes.

Sóc al Convent. Ja he arribat. I, penso: tinc por? por de mi mateixa, de no saber què em passarà en aquests mateixos instants?

Tantes preguntes, m'acaben atabalant.
I veig un banc en un racó i m'assec. Vuitanta-tres anys acaben passant factura. Em tapo les cames amb la meva jaqueta i Santa Maria de Bell·lloc queda absent de la meva mirada. No puc continuar el trajecte desconegut. Sento que les cames no em responen, m'he quedat sense forces. Ja arribarà el demà. O el final. I potser hom se n'adonarà de tot plegat, de mi i de la meva humil història. I potser la pena els envairà i es diran per recomfortar-se un: "Pobre Cila..."

Una sensació d'escalfor s'apodera de mi. Del meu cos. I veig el sol, com surt amb força després d'aquella tempesta de maig. Sobresurt amb una resplandor, tot enlluernant aquells camps tant verds, lluents i frescos que envolten el Convent. I podria afirmar que per fi he arribat al paradís, envoltat d'una tranquil·litat envejable. I les meves mans, tan arrugades, tremolen mentre demanen un xic més d'escalfor.

- "Cila, Cila" - diuen les veus.
I jo, m'adormo. Tancant els ulls per sempre més.
Cansada del meu últim trajecte.

lunes, 15 de febrero de 2010

LAT

- " [...] Berlín. La seva parada. Ja li havia marxat el tren per impedir-ho. Ja no podia fer res. Li va enviar un missatge desitjant-li un bon viatge. Ni tan sols li va contestar. Va preferir fer-se la idea que estava bé i que necessitava concentrar-se amb els estudis, que valia més no molestar. Però era un pensament massa hipòcrita a la realitat. I si l'anava a visitar? Ja s'inventaria qualsevol excusa als pares. Quan va comentar a casa que convidaria a la caseta de la platja de la porta blava, a una persona que no coneixien, no ho van trobar gens d'estrany. No li van dir res quan va demanar les claus. No van fer preguntes. Es tractava molt més d'una simple amistat, amb això els havia mentit.
Potser ja els hi explicaria algun dia o altre. Ja arribaria l'hora de la veritat, de posar les coses sobre la taula. Respirar fons i comptar fins a tres. Un, dos, tres. Aclarir la gola - potser quedaria massa formal - Mirar les cares dels seus pares i començar a deixar anar els seus sentiments. Com si expliqués un conte. "Hi havia una vegada...". Màgia. Tancar els ulls per por a posssibles represàlies, males cares. O posar-se a plorar. O somriure feliç d'haver-se tret aquell pes enorme de sobre. Tot era possible. L'atzar i el destí ja decidirien la seva vida. Sabia que ho acabarien fent. Al cap i a la fi, només havia de dir que s'havia enamorat. Què en tenia d'estrany tot això?
Feia el cor fort i es deia que la distància significava l'oblit. Tan de bo que fos així. Va acabar-se la tassa, tot fent un xarrup intens. Va eixugar-se l'escuma dels llavis perquè hi havia deixat un rastre considerable. Li feia pànic pensar que potser, no es tornarien a veure més. Va empassar saliva, una dosi de coratge barrejada per la incertesa i la confusió de no saber com i quan acabaria tot allò.
Sempre quedaria Berlín. I, la porta blava.
Va somriure. Malgrat tot, tenia ganes de ser optimista. Va baixar les escales. Necessitava esbargir-se. Sentir converses de desconeguts, crits, riures, fum de cigars, soroll de clàxons de conductors impacients, passes decidides - o que almenys, ho dissimulaven molt bé - i mentre baixava les escales, ni tan sols es va adonar que s'havia deixat el mòbil a la tauleta de nit. Però el "tin-tin" indiscutible del seu aparell, va ser com un estímul intens i fortuït pel seu sistema nerviós: "missatge a la safata d'entrada." Va començar a pujar les escales ràpidament, com si se li anés la vida, a punt d'ensopegar en qualsevol moment. A l'altra banda d'Europa també hi havia algú que pensava amb la porta blava. Li havien deixat un missatge a la safata d'entrada que resumia amb una simple paraula quina era la veritat; un breu contingut amb un gran significat: "LAT" - Living Appart Together. Estar junts, però viure separats. Una nova concepció d'entendre l'amor.
De lluny, es veia aquella jaqueta de color blau elèctric que feia un homenatge a aquells dies d'estiu, replets d'un color blau intens, com s'unia a la multitud del carrer; fins que es va anar fent més i més petita. Continuava avançant a pas valent, tot formant part d'aquella munió de gent. La revolució de l'amor només havia fet que començar. No eren temps difícils, la tolerància era un valor que començava a ser inviolable. Hi havien sectors que no entendrien aquella manera d'estimar, però no l'importava. Així que també trobava que el seu amor no havia d'estar catalogat. No volia rebre una etiqueta ni formar part d'un col·lectiu perquè estimava. Ni era una espècie dins d'una gàbia perquè tothom hi enclastés les mans mirant a través.
Era feliç perquè havia après a estimar, encara que no hagués acabat de la manera que s'esperava. Aquell blau elèctric tan xocant, ja passava desapercebut. Aquella història, també. Era una història com qualsevol altra: carregada de bons i mals moments. No tenia perquè ser diferent. Totes les persones amb qui topava durant el seu trajecte, l'acabarien entent. Qui no s'ha enamorat mai? La multitud s'empassà aquella ombra, aquella jaqueta de color blau elèctric. Ja no es veia.

domingo, 14 de febrero de 2010

Queralt - I

TARRAGONA. Nou lletres li havien canviat la vida. Una sola paraula ho significava TOT. Aquell tot era el què havia estat buscant i esperant des de feia temps i això que semblava no arribar mai. Ja li havien dit que les coses bones es feien esperar, però se n'havia cansat i va arribar un punt que va pensar que l'expressió no era més que una utopia. Lluny quedaven el pessimisme, les pors, els mals records i les males experiències. No en volia saber res d'allò que diu: "Cualquier tiempo pasado fue mejor". Calia esborrar allò que pesava, que li cremava dins del cor. L'òrgan havia bombardejat per tot el cos un verí dolorós que s'havia anat escampant a mesura que corria el temps. Semblava que anar a viure a Tarragona, n'havia estat l'antídot. Increïble. No s'ho pensava pas que una ciutat canviés el rumb de la seva vida; però almenys, havia pogut alleugerir tot aquell dolor escampat. Aquella ciutat recollia tot un seguit de sentiments que mentre ho pensava, intentant recopil·lar tot aquell nombre infinit de sensacions plenes de riquesa i calidesa, se li esborronava la pell. De la mateixa forma que se li posava quan passejava per la vora del mar, quan cansada de contemplar-lo des del Balcó, li venia un fort rampell que la seduïa fins a baixar aquells graons que donaven la benvinguda al mar. Allò era l'entrada al paradís, una forma d'esbargir-se, trencar la monotonia d'una ciutat. Quan s'atansava al mar, ja notava aquella olor salada que tant li agradava i era llavors, quan es descalçava els peus per sentir-se més alliberada. No sentia ni pressió ni temor. Simplement, es deixava emportar per aquell paisatge que tant la fascinava. Les coses havien canviat molt, a partir de llavors. Era ella qui realment havia canviat o eren els altres que no continuaven sent com ella? Explicar com se sentia i què significava aquell canvi i aquella ciutat, no era cosa fàcil. Podria morir a l'intentar-ho explicar; almenys, estava convençuda de provar-ho i que mai li quedés un penediment de no haver-ho fet. Així podria esborrar els "i si?" que tant havia arribat a odiar. Havia comprovat amb el pas del temps que valia més penedir-se d'haver-ho fet que no d'haver-se arriscat i quedar-se amb un mal regust a la boca per culpa dels prejudicis, la covardia, la por i la pròpia inseguretat. Sí, aquesta última l'odiava amb totes les seves forces. Per què confiava tan poc amb ella mateixa? És que no se sentia prou orgullosa d'on havia arribat? Necessitava un gest d'aprovació. La gent del seu voltant admirava el seu esforç, el seu treball, la seva valentia i el seu coratge. Però ella sentia que no n'hi havia prou. Ja arribarien els aplaudiments més tard. El seu espectacle no havia fet més que començar i molt en fons - dins la seva pell - sabia que li quedava molt per fer, per dir, per descobrir i per demostrar.